lunes, 22 de diciembre de 2008

Los temituestes y la música

A los temituestes les duele la música, pero les duele de una manera rara. A veces les saca como pedacitos de, ¿cómo se llama eso que está pegado al cuerpo?, ¿cómo es que se llama? Bueno, no importa. Pero a ellos les pasa. Se le van las ideas tras las notas y un niño ríe con algunos acordes en mayor y una niña los mira con una sonrisa triste cuando tocan un Mi, un Sol o un La menor. Dicen que las vidas son cuerdas. Que la justicia anda desafinada y mil caprichos más. Se encierran en cajas de resonancias para ir un poco más lejos que la esquina y les da vergüenza que la chica que les gusta les pida una canción. Pero cuando la tocan ríen lágrimas chiquitas que tienen pequeños arco iris adentro. A los temituestes les gusta la palabra diapasón. Les da como cosquillas. Y a veces cantan. Cuando ya no dan más y el tiempo se parece a un domingo triste, cantan y también desafinan, pero se lo permiten porque, en el fondo, saben que no le hacen mal a nadie. No saben qué es un disco. Pero les gustan las canciones que juntas se parecen a un discurso, a un argumento, a un grito, una caricia o, simplemente, a lo que uno debería hacer más seguido.

Escuchan mucho, alguien les dijo que tienen buen oído.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Los temituestes y los besos

Cuando una temitueste besa no hace muac o chuac o puac. Hace flores y cuentos con hadas y una calle larguísima con un cantero lleno de risas y pájaros de papelitos picados de colores verdes, naranjas, amarillos y violetas; no mezclados, obvio.

Cuando una temitueste besa el temitueste que recibe el elogio se siente el más mimado del mundo. Después se sonríe. Se canta. Se encanta. Dice luz clara doce veces y sueña con una cañada de agua también clara y reflejos de los ojos que son alma.

Cuando una temitueste besa, a mí, les confieso, me corre una alegría por los ojos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Los temituestes y el llanto

Cuando un temitueste llora, el mundo sale corriendo hasta la esquina, entra al quiosco, pide una guiñada y ta… el alivio no es que lo haga dejar de llorar de inmediato, pero al recordar que no está solo le vienen como ganas de jugar al ludo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Los temituestes y el clima

Un temitueste meteorólogo (que para dar el pronóstico del tiempo se disfraza de Batman pero con una capelina roja en la cabeza; aunque esto sólo lo saben sus compañeros ya que el pronóstico se da exclusivamente por radio) anuncia que "para mañana habrá cielo, claro", pues en la tierra de los temituestes siempre hay cielo. Y en el cielo de los temituestes, cuando pasa una tropilla de aberdeen angus, siempre se levanta tierra. Lo cierto es que el anuncio deja tranquilos a los temituestes porque, como se sabe, mañana puede que llueva o que salga un sol radiante, pero lo importante es que siempre haya cielo, y horizonte al cual mirar, claro está.


Todo temitueste da gran importancia a la temperatura mínima y poca importancia a la máxima. Es lo que muchos estudiosos llaman MCT (Minimalismo Climático Temituesteano).


Todos los paraguas de los temituestes llevan la imagen de un rotweiler gruñendo en su lado exterior, es decir, mirando al cielo. ¿Por qué? Es muy sencillo. Los temituestes saben que todos cometemos errores. Que errar es humano, temituestino y natural. Conscientes de esto, temen que algún día el cielo tenga un error de ortografía (como todo el mundo puede tener alguna vez, no siempre, ojo) y en vez de dar la orden de que lluevan "gotas" mande que lluevan "gatos", por lo que un paraguas sin dicha imagen no sería una verdadera protección.

viernes, 24 de octubre de 2008

Los temituestes y los sentidos

La Vista

Un temitueste veía llover (es increíble lo desarrollada que tienen la vista los temituestes). Es decir, veía llover en Bella Unión mientras él se encontraba (sin buscarse) en Las Toscas; por lo que no se preocupaba demasiado en abrir el paraguas. Ahora... imagínense cómo serán los campeonatos de "Veo-Veo" de los temituestes. El "Veo-Veo" es su deporte nacional, como era (pre)visible.

El Tacto

"Tira-tú-que-te-toca-a-ti", "tira-tú-que-te-toca-a-ti" es una frase que se les escucha muy a menudo. No sólo por la importancia que le dan al "te-toca", ya que ellos tiene un tacto finísimo (0,3 micrones); sino también por el peso que para ellos tiene el "tira" (en "tú" y en "ti" no se fijan demasiado, tal vez porque no te conocen). Vamos a dar un ejemplo: si un temitueste tira al blanco, de inmediato otro temitueste levanta al negro, o al rojo o al azul. Parece que esto los mantiene en equilibrio. Y ése es, justamente, el peor de sus sentidos: el del equilibrio. Razón por la cual jamás cuelgan la ropa (es que le temen a la cuerda floja).


El Gusto

Los temituestes tienen tres tipos de gustos:

Gusto "a".
Hay temituestes con gusto a frambuesa, a chicle de banana, a milanesas con papas fritas, a buñuelos de la abuela y a tantas otras cosas que sería imposible nombrar todas aquí, aunque me gustaría.

Gusto "de".
Por ejemplo, una temitueste se encuentra con un compañerito en el patio del recreo y le dice "Gusto de vos"; y los ojitos del temituestes se llenan de chispitas, le toma la mano a su enamorada y le pide que se pare junto a un árbol, le apoya una manzanita colorada sobre su cabeza y le dispara con una ballesta (ballesta-Martín-de-La-Cuesta-mi-madre-me-dijo-que-estaba-en-ésta-y-en-ésta-está). Sí, los temituestes confunden a Cupido con Guillermo Tell; claro que, afortunadamente, tiene la puntería de este último, porque el pobre de Cupido ¡se manda cada unas...!

Y, por último, Gusto "en".
“Gusto en conocerte”, suelen decir.


El Oído

Un temituestes puede escuchar perfectamente el timbre de salida al recreo desde su clase con la puerta cerrada (eso sí, el timbre de regreso al salón, desde el patio del recreo, es algo que no percibe muy bien). Es capaz de oír y reconocer, desde su cuarto, el sonido de la batidora de su mamá, en la cocina, preparando una torta de crema y frutillas. Y su capacidad auditiva es tal que logra diferenciar perfectamente, por el simple tono de voz, cuando su padre lo llama para jugar a al fútbol de cuando lo hace para "preguntarle" quién rompió el vidrio de enfrente con la pelota. Es decir, un temitueste tiene un oído normal, pero digamos que, reconociendo estas cosas, ya está salvado, ¿no?

El Olfato

Los temituestes no tiene olfato y.*

El Sexto Sentido

Los temituestes tampoco tienen ningún tipo de sexto sentido, que, en realidad, para ellos sería el quinto, no el sexto; por lo que ni siquiera entienden bien el concepto. Es así que siempre que ven una película de Bruce Willis se quedan esperando que, al final, él sea un fantasma.




* (léase "y punto", ¿qué más podría decirles?)

lunes, 20 de octubre de 2008

Los temituestes y las sombras

Un temitueste también se equivoca, pero dos no. Lo cierto es que este temitueste había cometido un delito terrible: había dicho "papel-de-embalaje" un jueves a las tres y media de la tarde. El delito fue haberlo dicho un jueves, claro está; pero cuando un temitueste pierde el almanaque ya no hay nada más que hacerle.
Así que el pobre temitueste fue condenado a vivir durante dos meses a la sombra ("china"; y lo pongo entre paréntesis porque para un temitueste no habría lugar a dudas, pero para nosotros...).

Al principio el temitueste no se animaba a salir de su casa. Bueno, un poco que no se animaba y otro poco que no podía, porque no es cosa fácil andar con un biombo por delante y un reflector por detrás caminando por 18 de Julio, por ejemplo. Pero como "el hombre es un animal de costumbre" y el temitueste aprende del hombre, no tardó mucho (aproximadamente veintiocho segundos) en sentirse a gusto con su equipo e irse de paseo.

Así iba el temituestes haciendo sombras chinas a troche y moche y a los niños que se lo pedían, hasta que, como "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" y este temitueste había aprendido del mismo animal, al segundo traspié con un adoquín que andaba suelto por ahí (y sin bozal ni patente), terminó desparramado en el piso juntando retacitos de biombo y pedacitos de reflector.

Pero bueno... como en todo lo malo siempre hay algo bueno (como el ying y el yang, por ejemplo, o la mosca en la sopa, porque qué madre obligaría a su hijo a tomar una sopa con moscas, ¿eh?), el temitueste en cuestión quedó absuelto ya que, como dice su código tiro-libre-con-barrera (en el reglamento de los temituestes no existe el "penal"): "...si la Naturaleza obra a favor o en contra de una causa, ésta no podrá ser corregida pues, como todo temitueste ha de saber, es la Naturaleza la madre de todas las razones; y la razón de mi sinrazón que a mi razón se hace..." (creo que eso viene "de un
lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme", mmm...).

Por todo esto es que muchos temituestes, al ver teatro de variedades, sufren dolores de barriga.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Los temituestes y el sol

No es que a los temituestes no les guste el sol; sólo que prefieren tomar otras cosas, como jugos de ananá o ciruela.

Un día un temitueste estaba tomando sol cuando llegó otro temitueste y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
-Tomando sol -respondió con pocas ganas.
-¿Me convidás? -continuó preguntando ansioso.
-Sí, ¿cómo no? Servite, hay por todos lados.
Al escuchar esto, el otro temitueste se fue tan ofendido que jamás volvió a dirigirle la palabra, ni el tránsito. Consecuencia de este acontecimiento es que, al día de hoy, ningún temitueste tome sol, ni el 192 al Parque Rodó, claro.

lunes, 13 de octubre de 2008

Los temituestes y la suerte

Mi tío cree que nadie, jamás, debería tener un temitueste. Él sostiene que los temituestes traen "mala suerte" y, aunque me cueste admitirlo, algo de razón parece tener. La cuestión es que con sólo mencionarlo, al terminar de pronunciar la última "e" de "suerte", se le salta la dentadura postiza y se le escapa corriendo a toda velocidad para sumergirse en el primer vaso con agua que encuentre. Hecho que provoca que yo nunca quiera hablar de temituestes con mi tío; no por mala suerte, sino por puro asco.