viernes, 24 de octubre de 2008

Los temituestes y los sentidos

La Vista

Un temitueste veía llover (es increíble lo desarrollada que tienen la vista los temituestes). Es decir, veía llover en Bella Unión mientras él se encontraba (sin buscarse) en Las Toscas; por lo que no se preocupaba demasiado en abrir el paraguas. Ahora... imagínense cómo serán los campeonatos de "Veo-Veo" de los temituestes. El "Veo-Veo" es su deporte nacional, como era (pre)visible.

El Tacto

"Tira-tú-que-te-toca-a-ti", "tira-tú-que-te-toca-a-ti" es una frase que se les escucha muy a menudo. No sólo por la importancia que le dan al "te-toca", ya que ellos tiene un tacto finísimo (0,3 micrones); sino también por el peso que para ellos tiene el "tira" (en "tú" y en "ti" no se fijan demasiado, tal vez porque no te conocen). Vamos a dar un ejemplo: si un temitueste tira al blanco, de inmediato otro temitueste levanta al negro, o al rojo o al azul. Parece que esto los mantiene en equilibrio. Y ése es, justamente, el peor de sus sentidos: el del equilibrio. Razón por la cual jamás cuelgan la ropa (es que le temen a la cuerda floja).


El Gusto

Los temituestes tienen tres tipos de gustos:

Gusto "a".
Hay temituestes con gusto a frambuesa, a chicle de banana, a milanesas con papas fritas, a buñuelos de la abuela y a tantas otras cosas que sería imposible nombrar todas aquí, aunque me gustaría.

Gusto "de".
Por ejemplo, una temitueste se encuentra con un compañerito en el patio del recreo y le dice "Gusto de vos"; y los ojitos del temituestes se llenan de chispitas, le toma la mano a su enamorada y le pide que se pare junto a un árbol, le apoya una manzanita colorada sobre su cabeza y le dispara con una ballesta (ballesta-Martín-de-La-Cuesta-mi-madre-me-dijo-que-estaba-en-ésta-y-en-ésta-está). Sí, los temituestes confunden a Cupido con Guillermo Tell; claro que, afortunadamente, tiene la puntería de este último, porque el pobre de Cupido ¡se manda cada unas...!

Y, por último, Gusto "en".
“Gusto en conocerte”, suelen decir.


El Oído

Un temituestes puede escuchar perfectamente el timbre de salida al recreo desde su clase con la puerta cerrada (eso sí, el timbre de regreso al salón, desde el patio del recreo, es algo que no percibe muy bien). Es capaz de oír y reconocer, desde su cuarto, el sonido de la batidora de su mamá, en la cocina, preparando una torta de crema y frutillas. Y su capacidad auditiva es tal que logra diferenciar perfectamente, por el simple tono de voz, cuando su padre lo llama para jugar a al fútbol de cuando lo hace para "preguntarle" quién rompió el vidrio de enfrente con la pelota. Es decir, un temitueste tiene un oído normal, pero digamos que, reconociendo estas cosas, ya está salvado, ¿no?

El Olfato

Los temituestes no tiene olfato y.*

El Sexto Sentido

Los temituestes tampoco tienen ningún tipo de sexto sentido, que, en realidad, para ellos sería el quinto, no el sexto; por lo que ni siquiera entienden bien el concepto. Es así que siempre que ven una película de Bruce Willis se quedan esperando que, al final, él sea un fantasma.




* (léase "y punto", ¿qué más podría decirles?)

lunes, 20 de octubre de 2008

Los temituestes y las sombras

Un temitueste también se equivoca, pero dos no. Lo cierto es que este temitueste había cometido un delito terrible: había dicho "papel-de-embalaje" un jueves a las tres y media de la tarde. El delito fue haberlo dicho un jueves, claro está; pero cuando un temitueste pierde el almanaque ya no hay nada más que hacerle.
Así que el pobre temitueste fue condenado a vivir durante dos meses a la sombra ("china"; y lo pongo entre paréntesis porque para un temitueste no habría lugar a dudas, pero para nosotros...).

Al principio el temitueste no se animaba a salir de su casa. Bueno, un poco que no se animaba y otro poco que no podía, porque no es cosa fácil andar con un biombo por delante y un reflector por detrás caminando por 18 de Julio, por ejemplo. Pero como "el hombre es un animal de costumbre" y el temitueste aprende del hombre, no tardó mucho (aproximadamente veintiocho segundos) en sentirse a gusto con su equipo e irse de paseo.

Así iba el temituestes haciendo sombras chinas a troche y moche y a los niños que se lo pedían, hasta que, como "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" y este temitueste había aprendido del mismo animal, al segundo traspié con un adoquín que andaba suelto por ahí (y sin bozal ni patente), terminó desparramado en el piso juntando retacitos de biombo y pedacitos de reflector.

Pero bueno... como en todo lo malo siempre hay algo bueno (como el ying y el yang, por ejemplo, o la mosca en la sopa, porque qué madre obligaría a su hijo a tomar una sopa con moscas, ¿eh?), el temitueste en cuestión quedó absuelto ya que, como dice su código tiro-libre-con-barrera (en el reglamento de los temituestes no existe el "penal"): "...si la Naturaleza obra a favor o en contra de una causa, ésta no podrá ser corregida pues, como todo temitueste ha de saber, es la Naturaleza la madre de todas las razones; y la razón de mi sinrazón que a mi razón se hace..." (creo que eso viene "de un
lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme", mmm...).

Por todo esto es que muchos temituestes, al ver teatro de variedades, sufren dolores de barriga.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Los temituestes y el sol

No es que a los temituestes no les guste el sol; sólo que prefieren tomar otras cosas, como jugos de ananá o ciruela.

Un día un temitueste estaba tomando sol cuando llegó otro temitueste y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
-Tomando sol -respondió con pocas ganas.
-¿Me convidás? -continuó preguntando ansioso.
-Sí, ¿cómo no? Servite, hay por todos lados.
Al escuchar esto, el otro temitueste se fue tan ofendido que jamás volvió a dirigirle la palabra, ni el tránsito. Consecuencia de este acontecimiento es que, al día de hoy, ningún temitueste tome sol, ni el 192 al Parque Rodó, claro.

lunes, 13 de octubre de 2008

Los temituestes y la suerte

Mi tío cree que nadie, jamás, debería tener un temitueste. Él sostiene que los temituestes traen "mala suerte" y, aunque me cueste admitirlo, algo de razón parece tener. La cuestión es que con sólo mencionarlo, al terminar de pronunciar la última "e" de "suerte", se le salta la dentadura postiza y se le escapa corriendo a toda velocidad para sumergirse en el primer vaso con agua que encuentre. Hecho que provoca que yo nunca quiera hablar de temituestes con mi tío; no por mala suerte, sino por puro asco.