martes, 10 de abril de 2018

Los Temituestes y las gotas multicolor

No llovía pero había gotas. No dolía pero una nostalgia tornasolada le mojó los ojos, y ahí salió el Temitueste, como quien no quiera la cosa, como quien goza la prosa, a ver qué pasaba.

Encontró seis arco iris en el piso. Los levantó, como debe ser. Encontró una mañana fresca que le rozó la cara. No encontró mucho más hasta que abrió los ojos y le pareció que cerca había una fiesta a la que no estaba invitado, como a tantas otras, así que sonrío.

Pero las gotas estaban ahí, amarillas, rojas, violetas y preciosas. Tomó una. Hoy no recuerda bien qué color tenía, pero sí que la tomó. La tomó como se han de tomar las gotas, con sed. Y de golpe, de consecuencia, uno de los arco iris que había ayudado a llegar al cielo que es como el suelo pero al revés, le hizo una guiñada.

Desde ese entonces, desde esa primera lluvia sin llover, cada vez que un Temitueste ve una gota multicolor le escribe un poema tonto y sincopado, la sopla y respira el aire que le empapa de luz. 

lunes, 30 de julio de 2012

Los temituestes y las Olgas


Todo temitueste sabe que hay nombres que suenan a hazañas, a superhéroes y cuentos de esos en los que uno quisiera haber estado para pelear con magia o rayos láser, duendes o androides, perros y unicornios y/o vampiros y zombies o todos juntos y a la vez. Nombres que llevan quienes empuñan espadas, derrumban dragones y salvan ancianas y niños día a día. Pero también descubrieron que hay nombres que no le quedan bien a nadie o, a lo sumo, a un grupito muy específico de personas que, aunque no les favorece, les va.

No hay temitueste que dude en poner un “Doña” delante de un Olga. Toda Olga es, en definitiva, Doña Olga.

Esto es tan obvio como tremendo, porque toda Doña Olga hace tiempo, muchísimo tiempo atrás (como un millón de vueltas de reloj o cuatro helados de esos que no se toman solos y se van derritiendo juntos con uno), todo ese tiempo atrás, Doña Olga era chica. ¡NO! ¿Perdón? ¡Error, ¡eeeeerrooooooooor…! ¿Cómo que Doña Olga fue chica? ¿Cómo que no había moños espantosos en su cabeza?, ¿ni vestidos tristes ni rezongos fáciles? Porque nadie de chico puede ser así, ¿o acaso sí?, ¿acaso hay chicos que se arrugan como enojos?, ¿existen entonces niños que en vez de alfajores prefieren caras largas, que cambian las risas de las hamacas por lo aburrido de los sillones?, ¿los secretos por los caprichos?, ¿las corridas por las rodillas sanas?, ¿los bailes por la vergüenza? ¿Acaso hay niños así?

Pobres, ellos, y pobres las Olgas que no lograron hacerles cosquillas a las Doñas. 

A un temitueste le gustan:


Las decisiones multicolores
Vos
La arena manchadita de sol
Las cajas con cuerdas que sacan músicas
Las ganas locas
Los pasitos enormes
El perro del vecino
Las pecas
Los principios y los finales (que también son principios)
Los espejos que se ríen
Cuando te hacés trencitas
Decir “no sé”
Los recreos sin timbres
La mañana de ayer
La mañana de hoy
Las/os mañanas
Las ferias de mimos
Vos
Vestirse de azul
Entre otros...

viernes, 23 de julio de 2010

Los temituestes y la cámara lenta

La usan para enamorarse, para mirar las gotitas de rocío desprendiéndose del tejido, para hacer magia con luz clara (sin sombras ni trucos, sin trajes negros ni conejos blandos). La usan para engañar a la vida rápida sin gusto ni sentido (como la comida así de ligera). La usan para mirarse a ellos mismos, un poco de lejos, un poco en silencio con una bandita sonora bien suave que se parece a la brisa llena de armónicos y colores pastel. La usan para cerrar los ojos y juntar los labios. Usan la cámara lenta cada vez que pueden. No les da miedo hacerlo. No les da culpa ni nostalgia. La usan porque les da eso que, de vez en cuando, antes de dormirnos y empezar a soñar, a todos nos gusta sentir, eso que se parece a la noche cuando viene de a poco, como flotando entre las ramitas del árbol del patio.

Cuando a un temitueste se les escapa una cámara lenta así, como de improvisto, muchos aplauden bajito y se escucha algún que otro mandolín.

Los temituestes y las fotos

Que no pueden, de verdad que no pueden. Para un temitueste es casi imposible poder sacar una foto. Se le escapan sonrisas, le viene hipo, le sudan las rodillas y le tiembla la nariz. Y, lo peor, en lugar de pedir “diga whisky” le ruega un vaso de jugo de ananá para que tomen juntos en el parque. Obviamente todo esto le pasa cuando del otro lado de la cámara, frente al lente, apretadita en el encuadre y acariciada por la luz, está Ella.

Si no es así, no pasa nada. Aprieta el disparador y no se pone a pensar que robó un cachito de eternidad.

Los temituestes son tan inconcientes…


P.D.
Otra cosa que le pasa a un temitueste cuando la va a fotografiar a Ella, es que piensa en un color. Y si Ella en ese momento piensa en un color que combine, es una foto seguro para un portarretratos. Si Ella piensa en un color que no le va muy bien, la foto sale con flash y esto es una luz de advertencia.

viernes, 12 de marzo de 2010

Los temituestes y los cumpleaños de lluvia de papelitos

-Como de serpentinas o de ramitas de viento.
-No me está quedando. Lo que le puedo ofrecer son papelitos como besitos en la mejilla. O también tengo lluvia de ranitas azules, pero no sé si es lo que andaban buscando.
-¿Se hinchan mucho y se sonrojan?
-¿Las ranitas?
-No, las mejillas con la lluvia de papelitos como besitos que me ofreció.
-Ay, no me pregunte eso que me hace poner color hada.
-¿”Hada” dijo? Porque la madrina de la cumpleañera no puede venir porque está de visita en otro cuento, ¿quiere venir al cumple?
-¿Y llevo la lluvia?
-Tráigala nomás, y dos velitas de azúcar. Nos vemos.
-Chau.

miércoles, 21 de enero de 2009

Los temituestes y las playas de avena fina

Les encantan, pero les en-can-tan de verdad las playas de finas avenas. Ese amarillito que refleja el sol sin darse cuenta. Les encanta jugar y tirarse por las dunas con pasas de uva, hacer castillitos de avena y leer a Julio. Algunos, los que escuchan música pop y electrónica para no acordarse que a la mañana tienen que hacer la cama, les gustan las cuevas de Korn Flakes de Kellogg´s también, pero son los menos.

Luego de una tarde en la playa, les agregan un poco de leche malteada y se la toman, sin decir agua va ni ola viene, y se ponen a aplaudir si a alguno se le pierde la cucharita.