viernes, 23 de julio de 2010

Los temituestes y la cámara lenta

La usan para enamorarse, para mirar las gotitas de rocío desprendiéndose del tejido, para hacer magia con luz clara (sin sombras ni trucos, sin trajes negros ni conejos blandos). La usan para engañar a la vida rápida sin gusto ni sentido (como la comida así de ligera). La usan para mirarse a ellos mismos, un poco de lejos, un poco en silencio con una bandita sonora bien suave que se parece a la brisa llena de armónicos y colores pastel. La usan para cerrar los ojos y juntar los labios. Usan la cámara lenta cada vez que pueden. No les da miedo hacerlo. No les da culpa ni nostalgia. La usan porque les da eso que, de vez en cuando, antes de dormirnos y empezar a soñar, a todos nos gusta sentir, eso que se parece a la noche cuando viene de a poco, como flotando entre las ramitas del árbol del patio.

Cuando a un temitueste se les escapa una cámara lenta así, como de improvisto, muchos aplauden bajito y se escucha algún que otro mandolín.

Los temituestes y las fotos

Que no pueden, de verdad que no pueden. Para un temitueste es casi imposible poder sacar una foto. Se le escapan sonrisas, le viene hipo, le sudan las rodillas y le tiembla la nariz. Y, lo peor, en lugar de pedir “diga whisky” le ruega un vaso de jugo de ananá para que tomen juntos en el parque. Obviamente todo esto le pasa cuando del otro lado de la cámara, frente al lente, apretadita en el encuadre y acariciada por la luz, está Ella.

Si no es así, no pasa nada. Aprieta el disparador y no se pone a pensar que robó un cachito de eternidad.

Los temituestes son tan inconcientes…


P.D.
Otra cosa que le pasa a un temitueste cuando la va a fotografiar a Ella, es que piensa en un color. Y si Ella en ese momento piensa en un color que combine, es una foto seguro para un portarretratos. Si Ella piensa en un color que no le va muy bien, la foto sale con flash y esto es una luz de advertencia.